"Más que los besos, son las cartas
las que unen las almas"
John Donne
El amor es un tema inagotable, se vive, sufre, goza
y, en ocasiones, se escribe. Gabriel García Márquez lo hace contando una de las
historias de amor más entrañables, reflejo de aquél de antaño que se alimentaba
tan sólo de miradas y cartas. En “El amor en los tiempos del cólera”, Fermina
Daza y Florentino Ariza sólo pueden amarse a través de la espera: “Ni el uno ni
el otro tenían vida para nada distinto de pensar en el otro, para soñar con el
otro, para esperar las cartas con tanta ansiedad como las contestaban”.
En la vida real siempre ha existido una especia de
curiosidad por adentrarse en la vida amorosa de personajes icónicos de la
historia y la mejor manera es a través de su correspondencia personal. De
alguna forma estos textos pasaron con el tiempo de lo íntimo a lo público a
través de libros que los recopilan y nos regalan a los lectores románticos del
siglo XXI vivir la nostalgia que envuelve lo epistolar, tan lejano hoy de
nuestras vertiginosas vidas. Podríamos mencionar una muy extensa lista de
títulos, sin embargo estas líneas se abocarán a sólo dos en específico, a
aquellos amores que llegaron a buen puerto y a otros que fueron, desde un
inicio, imposibles.
Durante 7 años Juan Rulfo mantuvo un intenso y
apasionado intercambio epistolar con su futura esposa y estas febriles cartas están
reunidas bajo el título “Cartas a Clara”, en ellas se conoce a un tierno y
enamorado Rulfo, que con cada palabra bien mereció ser amado y correspondido
por esta bella mujer a quien le dice: “Y yo te digo que si existe para mí un
único refugio, el primero y el último refugio que me queda, eres tú”.
La libertadora del libertador, Manuela Sáenz, lo fue
en todos los sentidos, no sólo le salvó la vida a Bolívar, también influyó en él política y
sentimentalmente, pues aun estando casada mantuvieron una apasionada relación por
correspondencia que hoy es pública bajo el título “Las más hermosas cartas de
amor entre Manuela y Simón”, que nos dejan ver el lado más sentimental de
aquellos que sólo pudieron acariciarse a través de las palabras selladas con
tinta indeleble: “Llegaste de improviso, como siempre. Sonriente. Notoria.
Dulce. Eras tú. Te miré. Y la noche fue tuya”.
Aunque en esta sociedad líquida en la que vivimos ya
no se escriban tanto este tipo de cartas el amor seguirá impregnando páginas.
P.D: Analy y Jahaziel que su amor también sea
infinito, inagotable, indeleble.
Publicado en Milenio Novedades, Yucatán. Columna "Eclosión de letras" Domingo 4 de diciembre de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario