viernes, 2 de agosto de 2013

LOS ENEMIGOS DE LOS LIBROS

El escritor francés Paul Válery a principios del siglo XX decía muy acertadamente que “los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido”, en el siglo XXI ha habido grandes avances tecnológicos para protegerlos de la mayoría de esos peligros, sin embargo, los nuevos tiempos no han podido vencer algunas viejas enemistades como afirma Umberto Eco al mencionar que “principalmente los hombres, que los queman, los censuran, los encierran en bibliotecas inaccesibles y condenan a muerte a quienes los han escrito. Y no como se cree, internet u otras diabluras” son los verdaderos enemigos hoy en día no sólo de los libros sino también de sus promotores. Así como el personaje del capitán Beatty en la novela de Ray Bradbury Fahrenheit 451, quien se hace llamar “el guardián de la felicidad” existen algunos que seguramente sin haber leído nunca la novela, ni cualquier otro libro, se creen los guardianes no de la felicidad, sino de la paz mundial, censurando, obstruyendo o limitando la labor de los promotores de lectura que, pese a lo que ellos piensan, no nos dedicamos a formar rebeldes ni disidentes, ni mucho menos alterar el orden social, sólo a compartir lecturas y motivar a leer, lo que suceda en cada lector es únicamente consecuencia de lo que él mismo desea que suceda con lo leído.
Ahora los promotores de lectura no sólo tienen que lidiar con los presupuestos y apoyos institucionales que se demoran en llegar y que con o sin ellos no hay promotor que deje de trabajar, ahora también con el enemigo en casa que puede tomar tantas formas como sean posibles, la de un funcionario público, un director de escuela, una bibliotecaria, un profesor o cualquier otra forma que desee, están ahí pensando que fomentar la lectura es ir en contra del “sistema”, piensan que si aumentan los lectores la gente se dará cuenta de lo que no deben darse cuenta y entonces es mejor limitar con argumentos absurdos, porque no existen otros, la labor y el trabajo del promotor de lectura que, pareciera que algún día, como Guy Montag en la novela de Bradbury, tendrá que esconderse con sus libros para no ser quemado públicamente. Tal vez el trabajo del promotor de lectura aún no es del todo conocido por la sociedad, como tampoco los programas y los proyectos tan loables que existen en Yucatán y la censura y los obstáculos que nos imponen algunas personas son por el desconocimiento de nuestro trabajo; quizá se deba comenzar por hacer del conocimiento de la gente, primero que nada, que existen los promotores de lectura y segundo, cuál es su función en la sociedad, crear conciencia que detrás de un proyecto, ya sea un círculo de lectura, un taller literario, una sala de lectura, un paralibro o cualquier otro, hay un gran esfuerzo, dedicación, compromiso y responsabilidad de quien lo realiza y que el beneficio es para la sociedad, tal vez así los enemigos disminuyan y los amigos crezcan porque los libros no son enemigos de nadie y motivar a leer no es un acto de rebeldía sino de amor. Publicado en Por ESto! Viernes 2 de agosto de 2013.