domingo, 21 de noviembre de 2010

1er Coloquio de cómic

Primer coloquio de cómic en la cultura: la historieta en la literatura, cine y sociedad
De lunes 22 a jueves 25 de noviembre
Cineteca "Manuel Barbachano Ponce"
Teatro "Armando Manzanero" (Antes Mérida)

Actividades
Lunes, 22 de noviembre
-6PM: Proyección de la película Kick ass (Matthew Vaughn, 2010, 117 min.)
-8PM: Inauguración formal a cargo del presidente de la Red Literaria del Sureste, Rodrigo Ordóñez.
- Conferencia magistral: “La historieta en Yucatán”, por Roldán Peniche Barrera.
Moderador: Ricardo E. Tatto.
Martes, 23 de noviembre
-6PM: Proyección de la película Persépolis (Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud, 2007, 96 min.).
-8PM: Mesa panel: “La historieta mexicana” Participantes: Rodrigo Ordoñez, Rosely Quijano, Martín Sobrino y Marco Antonio Rodríguez Murillo.
Moderador: Carlos Castillo Novelo.
Miércoles, 24 de noviembre
-6PM: Proyección de la película Art school confidential (Terry Zwigoff, 2006, 102 min.)
-8PM: Conferencia magistral “El cómic mexicano contemporáneo en los medios de comunicación”. Moderador: Raúl H. Pérez Navarrete.
Jueves, 25 de noviembre
-6PM: Proyección de la película Fritz the cat (Ralph Bakshi, 1972, 78 min.)* Mayores de 18 años.
-8PM: Mesa panel: “Cómic y Literatura”. Participantes: Miguel A. Civeira, Raúl Pérez, Ricardo E. Tatto, Carlos Castillo Novelo. Moderador: Rodrigo Ordóñez
-9PM: Mesa panel: “Creadores de cómics, cartones y demás monos”. Participantes: Juan Fleites, Fernando Peniche, Juan García Magaña, Sergio Neri, Iván Escalante. Moderador: Ricardo E. Tatto
-10PM: Clausura del coloquio a cargo de los organizadores.
-Brindis de honor

martes, 10 de agosto de 2010

LA SEP Y LA ELIMINACIÓN DE LAS HUMANIDADES

GABRIEL VARGAS LOZANO*

Entre septiembre y octubre de 2008, la SEP inició una Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), a través de dos acuerdos (442 y 444) publicados en el Diario Oficial de la Federación. Esta reforma, dictada y orientada por la OCDE e inspirada en el Plan de Bolonia, tiene una gran trascendencia porque afecta a millones de estudiantes. Se trata de un paso más en la estrategia neoliberal puesta en marcha en el país desde 1982 y proseguida por todo y a pesar de todo por los gobiernos priístas y panistas. Algunas de sus características son: ubicar a todos los subsistemas de educación media superior (Colegio de Bachilleres, Conalep, Cecyt, las preparatorias de las universidades con excepción de la UNAM) en un Sistema Nacional de Bachillerato (SNB) controlado por el gobierno; poner en práctica una reforma educativa tecnocrática y eficientista basada en el método de competencias y eliminar, en lo posible, la función propedéutica que tenía la preparatoria para convertirla prácticamente en el último grado de educación de los mexicanos. Para este fin, los artífices de la RIEMS fijaron un “marco curricular común” para todos los subsistemas que estaba inicialmente formado por cuatro áreas disciplinares: matemáticas, ciencias experimentales, ciencias sociales (donde se ubicó la historia) y comunicación (donde se colocó la literatura). En otras palabras, la reforma ya no contemplaría ni el área de humanidades ni las asignaturas filosóficas como obligatorias.

¿Cuáles eran las razones? La SEP nunca las ha explicado pero no hace falta mucha perspicacia para descubrirlas: se trata de un proyecto de instrucción para el mercado de trabajo. Ante ello, desde un primer momento, las asociaciones de filosofía del país, organizadas en el Observatorio Filosófico de México (OFM), denunciaron, con el apoyo de la comunidad científica y cultural del país, el enorme desatino que implicaba la supresión de las disciplinas mencionadas para la educación. Afortunadamente, diversos factores hicieron que las autoridades educativas se retractaran y llegaran a un acuerdo (el 488) con el OFM, avalado por las autoridades educativas de todo el país y que se publicara en el Diario Oficial el 23 de junio de 2009 restableciendo el área de humanidades y considerando la lógica, la ética, la estética y la introducción a la filosofía como disciplinas obligatorias. Ese mes se celebró en Santo Domingo la Reunión de alto nivel sobre la enseñanza de la filosofía en la educación media superior convocada por la UNESCO y allí descubrimos que en otros países de Latinoamérica, desde hace unos años, se había suprimido la enseñanza de la filosofía; se había cambiado de nombre a los cursos y se había declarado que su función era “transversal” con los resultados de la eliminación de la disciplina. En esa oportunidad se redactó un importante documento (que se puede consultar en www.ofmx.com.mx) rechazando esa tendencia tecnocrática y antihumanística. Pasaron los meses y la SEP no movía un solo dedo para cumplir el acuerdo y, por tanto, el 5 de febrero de 2010 hicimos entrega tanto al titular de la SEP, Alonso Lujambio, como al subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Ángel Martínez, de una carta firmada por un centenar de profesores e investigadores; representantes de todas las escuelas y facultades de filosofía del país y avalada por la Federación Mundial de Sociedades de Filosofía (FISP) donde se demandaba el cumplimiento de las disposiciones del acuerdo 488. La respuesta verbal (que está grabada) que dio el subsecretario a una comisión del observatorio fue negativa. En otras palabras, la SEP se retractaba de sus propios acuerdos y la mayor prueba es que hasta el momento, pasados 10 meses de la publicación del acuerdo 488, los funcionarios de la secretaría no han ofrecido una respuesta por escrito a nuestro documento ni se han interesado en promover los cambios de los planes y programas de estudio en los subsistemas. Frente a ello, hay que felicitar al Consejo Universitario de la UNAM por su excelente, preciso y contundente comunicado del 7 de abril, conminando a la SEP para que cumpla con el acuerdo 488.
¿Por qué la SEP se opone a las humanidades y la filosofía? A mi juicio, los autores de la reforma creen, en forma equivocada, que la formación técnica y competente está reñida con una buena formación filosófica y ya no se diga humanística. Se trata de un inmenso error. En las condiciones en que se encuentra el país, que afectan especialmente a la juventud, ¿no debería de ofrecerse un curso de ética bien formulado, no doctrinal y laico, donde se aborden los temas como el de las drogas, el narcotráfico, el aborto, la clonación, la muerte asistida, la enajenación, la desigualdad o la crisis de valores?; ¿el estudiante no debería saber cuáles son las concepciones filosóficas que han conformado a nuestra sociedad desde el pensamiento prehispánico hasta la actualidad?; ¿no debería tener elementos para conformar un pensamiento propio y correctamente formulado? ¿Y no debería ser consciente de la dimensión estética que se expresa en el arte o la literatura? Y en el caso de la técnica, ¿no debería saber qué es la técnica; cuál es su función en la sociedad y cuáles son sus formas de utilización beneficiosas o perjudiciales para la naturaleza y la especie humana? La respuesta de las autoridades ha sido y es la supresión de estas dimensiones en la formación del estudiante para que sólo se preocupe de cómo integrarse en forma acrítica, alienada y mecánica a las formas de trabajo exigidas por la “globocolonización”. Pero además de negarse en los hechos a incorporar las humanidades han recurrido a la simulación colocando cursos como los de “construcción de la ciudadanía” que, por el contrario, no deberían ser exclusivamente filosóficos sino interdisciplinarios.

Para documentarse, los tecnócratas de aquí y de allá, deberían leer el libro de la UNESCO La filosofía, escuela de la libertad, donde se expone que la materia debería ser enseñada en todos los niveles para conformar una auténtica ciudadanía democrática. Agregaría que la filosofía “bien enseñada” (ojo, autoridades de la SEP) permite la conformación de una mente libre, creativa, dispuesta a debatir y dialogar racionalmente sobre los grandes problemas sociales y que coadyuva a que los individuos puedan desempeñar en forma competente cualquier actividad. La filosofía y las humanidades proporcionan a los individuos armas culturales, históricas y lingüísticas para poder enfrentar un mundo extraordinariamente conflictivo como el actual. Es por ello que la SEP está obligada a cumplir ética y jurídicamente sus propios acuerdos.

* Coordinador del Observatorio Filosófico de México y profesor-investigador de la UAM-I.
Publicado en el periódico "La Jornada" el 29 de junio de 2010.

domingo, 18 de julio de 2010

"Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con fruto”

Martha Elena Barroeta Mérida

Si tuviéramos que definir nuestra civilización, el libro tendría la mayor participación. Y es que ha sido el libro el hecho fundamental de ella, es y ha sido su instrumento maestro desde sus orígenes hasta hoy.
No obstante, los libros no han sido siempre lo mismo. Desde la más remota forma de nuestro progreso, los libros, o los que hacían las veces de un libro, que no estaban hechos ni de papel, ni con papiro, estaban grabados en pequeñas tabletas de arcilla, incluyéndose la mano del artesano que con esmero propio y a punta de punzón dejaba grabado para la posteridad el mensaje o el recuerdo de algún gran hecho, de una acción o de una obra.
En la gran Babilonia, existían los repositarios, es decir, enormes bibliotecas donde reposaban cuidadosamente las tabletas. Eran unas escrituras en parte fonética y en parte ideográfica, combinándose habilidosamente para que personas de lenguas distintas pudiesen comprender el mensaje.
Cuando el hombre comenzó a sentir la necesidad de que las palabras no murieran al decirlas, surgió la idea de crear alguna forma de permanencia de lo que la palabra decía: ASÍ NACIÓ LA ESCRITURA.
Recordando un tanto los artesanos iniciadores de las pequeñas tabletas elaboradas con la plasticidad que nos ofrece la arcilla, se pasó luego a materiales más suaves de manejar, como fueron los papiros egipcios, para más adelante continuar con la gran invención del papel que hicieron los chinos.
La escritura pasó de la mera inscripción y empezó a ser una transcripción de la conversación, por lo que se hacían más complejos los medios de escribir y de conservar la escritura.



De esta forma –muy someramente, claro está- nacieron los libros, que eran primitivamente rollos de ligeros materiales, los papiros que constituían una cuota importante en las antiguas bibliotecas.
“La imprenta es tan útil como los pertrechos
y ella es la artillería del pensamiento”
Simón Bolívar
Primitivamente el libro se fabricaba en forma individual, trabajo elaborado por los copistas de la Edad Media. Había hombres con una paciencia infinita quienes muy profesionalmente copiaban y recopiaban los libros y este cuidadoso trabajo de meses, a la larga daba pie a que se introdujera algún error, por mucho cuidado que se tuviera.
Las iglesias, los conventos, los grandes reyes, poseían los libros que antiguamente significaban una gran riqueza, imposible de alcanzar para los pueblos.
Más o menos en la Alta Edad Media saber leer y escribir era un arte reservado a unos pocos, de tal manera que se pensaba que la gente que sabía leer y escribir tenía poderes sobrenaturales y que era una propiedad de brujos más no de gente común y corriente.
Además de que era muy poca la gente que sabía leer y escribir, también la costosa forma de reproducir los libros seguía siendo un lujo inmenso; por lo tanto eran muy escasas las posibilidades de que el libro llegara a mucha gente.
Podemos añadir que a finales del siglo XV, ocurre la gran revolución, precisamente con el invento de la imprenta. La imprenta nace con la creación de los caracteres móviles, gran ventaja de poder componer cualquier texto y de poderlos imprimir. Con la imprenta nace la posibilidad de reproducir y nace el libro. Una prensa podía reproducir una cantidad infinitamente superior a la de cualquier hábil copista. Como consecuencia el libro se popularizó y comenzaron a aparecer los primeros libros en el siglo XV, libros realmente hermosos, compuestos naturalmente por hombres de un inmenso gusto, verdaderas joyas bibliográficas que todavía se conservan en las bibliotecas y que hoy día nosotros conocemos como los INCUNABLES, ediciones hechas en los primeros tiempos de la imprenta entre 1436 y 1500.
De esta forma había nacido el libro y había comenzado así una época extraordinaria de cambio y de progreso en la vida de los hombres.
Las ediciones iban haciéndose más grandes y numerosas; aumentó la necesidad de leer, cosa que antes no podía satisfacerse. El ideal de que todo el mundo pueda leer –por cierto bastante costoso hoy día- lo hizo posible la imprenta, y por lo tanto, la imprenta se volvió el gran vehículo de la cultura, de la civilización.
Los creadores de pensamientos, los poetas, los grandes sabios dejaban constancia en los libros de lo que habían dicho o tenían que decir. Con este invento ya no era tan necesario, pues, un maestro y hablar con él para conocer sus pensamientos o remitirse a los juglares para conocer las epopeyas y las noticias, ya fueran verdaderas o falsas.
“¡Dichosos los libros que nos enseñan a crear,
a esperar y a amar!
¡Dichosos los hombres que los escribe!, que apaciblemente mueren,
rodeados de sus obras, que se disponen a seguirlos!”
(Villalosada)
Comenzaron a nacer las grandes Bibliotecas Modernas. Por supuesto, también las hubo en la antigüedad aunque escasamente, y el número de los manuscritos era muy difícil de reunir. Con el transcurrir del tiempo nacieron las grandes bibliotecas modernas, que comenzaron a acumular grandes cantidades de libros, por ejemplo: La Biblioteca del Congreso de Washington, tiene millones de volúmenes, verdaderamente grandes repositarios del conocimiento humano.
Sin embargo, la escritura y el libro son limitados. Han sido el medio de comunicación fundamental; pero han nacido otros medios más modernos para comunicar a las masas, por ejemplo: la radio y la televisión penetraron al común medio masivo para suplantar la letra impresa, pues ellos llegan más directa y fácilmente.
Hay quienes afirman que no es lo mismo leer que oír, que no es lo mismo oír que
ver, y que no es lo mismo leer que oír y ver simultáneamente. Esto trae como consecuencia una transformación y hasta un desafío.
De esas joyas bibliográficas a las que se había llegado en la imprenta como lo era el arte del libro, en nuestro tiempo se ha pasado como todos lo sabemos al alcance eficaz de la televisión (bastante desvirtuado en este modernismo que nos atrapa).
Hay un hecho muy real: en la antigüedad se leía muy poco, pues, resultaba un lujo poseer un libro y además el mecanismo que se había implementado no era lo suficientemente rápido como para abarcar la población existente; hoy día podemos afirmar que es una gran minoría la que lee, tenemos la imprenta que es el medio más poderoso en la actualidad.
Lo que significa que el libro es la memoria de la civilización, las bibliotecas son los grandes repositarios, queda en el medio impreso la memoria de todo lo que el hombre ha pensado, ha dicho o hecho, ha sabido.
Ahora bien, tenemos un desafío en nuestro tiempo, porque se nos presenta un problema; ¿qué hacer con ese océano de libros que se publican, para abarcar, para leer esa pluralidad d libros?, ¿A qué publicación dedicar nuestro pequeño tiempo?, ¿Cuál será el más significativo, el de mayor peso para nuestra vida y conocimiento?
Por supuesto que puede escogerse según nuestras preferencias.
El papel fundamental, el instrumento, el gran banco de información, el motivo central de nuestra civilización, lo es y seguirá siendo el libro, en el que meditamos y dialogamos con el autor; el libro es y seguirá siendo el mayor baluarte formativo, la escuela, el vínculo y el vehículo de la civilización mientras exista la sociedad humana.

Tomado de: http://www.revistainterforum.com/espanol/ensayos/contest4_042901.html

domingo, 30 de mayo de 2010

Murió Gabriel Vargas, creador de La Familia Burrón

POr Mónica Mateos Vega.
Durante 61 años su historieta retrató la vida de las colonias populares y criticó a la clase política

Periódico La Jornada
Miércoles 26 de mayo de 2010, p. a44


Una triste noticia hizo correr ayer las de cocodrilo en la capirucha, y en especial en el callejón del Cuajo número chorrocientos chochenta y chocho: murió Gabriel Vargas Bernal, uno de los pintamonos más lumbreras, es decir, uno de los caricaturistas mexicanos más importantes del siglo XX.

El creador de la entrañable familia Burrón, un barrio y un lenguaje que retrataron la vida de las colonias populares y pobres de la ciudad de México durante 61 años, pero que, sobre todo, plasmaron una dura crítica a la clase política en el poder, falleció en su casa, acompañado de su familia, a los 95 años de edad. Sus restos serán cremados hoy a las 9 de la mañana en una agencia funeraria de las calles de Sullivan.

Nació en 1915 en Tulancingo, Hidalgo, una tierra, como él decía, “de valientes muy de a caballo, muy enamorados y muy matones”.

Debido a la muerte de su padre, a los cuatro años tuvo que abandonar el terruño para instalarse en la ciudad de México, donde su madre abrió, en la calle de Moneda, una tienda de abarrotes para dar sustento a sus 12 hijos.



Ahí forjó su gran curiosidad por los personajes que lo rodeaban y que le hicieron ganar, cuando estaba en sexto de primaria, un concurso convocado por el entonces Departamento del Distrito Federal sobre el tráfico vehicular.

Realizó a los nueve años un dibujo con más de 2 mil figuras que detallaba el bullicio de la urbe, con todo y sus tiendas, anuncios y puestos ambulantes.

Pero su mamá se opuso a esa vocación: “¡Tú no vas a ser pintamonos!”, le decía, a lo que Gabriel replicaba llorando: “Pero me gusta mucho”, recordó el dibujante en una entrevista con La Jornada en 1998.

La necesidad y el empeño fueron los factores que dieron a luz a La Familia Burrón en 1937. Los poco más de 50 personajes de la historieta y las situaciones que vivían se fueron enriqueciendo en los recorridos que el autor hizo durante años por vecindades de Tepito y Santa Julia.

El dibujante los llamó Los Burrón en alusión a esa clase trabajadora que se la pasa “como bestias todos los días; éstos son burrones, me dije”.

Los temas recurrentes de la historieta, que se publicó sin interrupción durante 61 años, vendiendo en su época de oro hasta 500 mil ejemplares semanales, siempre fueron tratados, por encima de todo, con humor, así fuera la desintegración familiar, las casas chicas, los padres borrachos, la corrupción política, la carestía, la represión o la lentitud burocrática, explica el investigador Miguel Angel Gallo en su libro Los cómics: un enfoque sociológico (Ediciones Quinto Sol).
Añade que “el lenguaje usado por el autor es riquísimo en expresiones, refranes, apodos, caló, y representa en mucho el habla popular de amplios sectores urbanos. Así, la policía recibe epítetos como tecolotes, acólitos del diablo; el pulque será tlachicotón; la pistola, matona; la bebida, infle; la cara, feis; la cabeza, la de hueso; las piernas son las de galopar; los aviones, aeroplátanos; la casa, cantón; los pesos, varos, chuchos o tepalcates”.

En 2001 Gabriel Vargas explicaba a este diario: “durante muchos años agarré a los Burrón nada más en ratitos, los tenía arrumbados y ahora son lo único que tengo, lo único que me hace vivir. En ellos seguiré contado la vida cotidiana, como siempre, pues el país sigue igual: para abajo, sólo que con más rateros y más individuos que intranquilizan a la humanidad”.

El monero sentía pudor ante los elogios de “personajes de mucha educación, como Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol. Me apena no haber cursado ni siquiera la secundaria. Mi sueño era hacerme médico, como mi madre quería. Por la miseria y las necesidades me dediqué a trabajar. Me aventé al puro valor mexicano. Bajo otras circunstancias, jamás me hubiera atrevido a hacer historietas; es algo que me daba mucho miedo”.

Don Gabriel, quien siempre dijo con orgullo que él era uno de los Burrones, se fue a calacas. Y dicen los enterados que hoy cierran el Rizo de Oro en su memoria. Ruperto Tacuche hizo centenares de panes para repartir en el velorio, Bella Bellota y su hijo Robertino ayudarán a repartir campechanas y otras delicias de ese buen tahonero. Mientras, el poeta Avelino Pilongano prepara un soneto, que se usará de epitafio.

sábado, 24 de abril de 2010

Motivación a la lectura desde las aulas

El área de la lectura y la literatura es inmenso, cuando se intenta hablar de este tema uno nunca sabe por dónde empezar, porque hay varios tipos de lecturas, lectores, libros, autores, editoriales, precios, intenciones y objetivos de lectura, etc. Pero la importancia de fomentar la lectura, en especial en estos tiempos, ha dado como resultado un “boom” en la información a este respecto. En las últimas décadas han proliferado los artículos, programas, congresos, encuentros académicos, etc., en torno al tema del fomento a la lectura, y la formación de lectores en especial en niños y jóvenes. Teresa Colomer incluso asegura que “en realidad todo el mundo está tan interesado en dirigirlos a la lectura utilitaria, que en Estados Unidos se llegó a poner en marcha un programa privado que pagaba dos dólares a cada alumno por libro leído”, no menciona si esto dio resultado, pero dudo que el dinero sea un medio eficaz para fomentar la lectura, sin embargo como dice Quevedo “poderoso caballero es don dinero” y ¿a poco no qué coraje? mientras nosotros tenemos que pagar para leer, ahí les pagan por leer.


Por otro lado, la información que hoy en día se tiene sobre este tema es muy amplia, pero también muy limitada en cuanto a su difusión y adquisición. Sin embargo, el sólo hecho de que se esté haciendo algo por el fomento a la lectura es ya de por sí un avance, sobre todo porque no sólo se ha logrado que el gobierno de diferentes países, incluido México, le estén dando impulso a diferentes programas con este fin, sino porque se han vuelto los ojos a todos los involucrados en este tema y que no son única y exclusivamente los docentes, a quienes por varios años se les culpó del rezago educativo y de la falta de interés de los niños y jóvenes por la lectura. Esto no es del todo mentira, en gran parte los docentes han contribuido y lo siguen haciendo a distanciar a los alumnos hacia la literatura y hacia la lectura placentera, y es que siendo realistas muchos maestros ni siquiera leen, y mucho menos saben qué es leer por placer; pero decíamos que hay otros involucrados, como los padres de familia, los bibliotecarios, los vendedores en las librerías, los estudiantes de literatura, los promotores culturales, los editores y también los propios escritores. No obstante, en esta ocasión quisiera enfocarme en el papel del maestro como principal iniciador y motivador a la lectura.
El maestro de preescolar y de primaria tiene, entre sus muchas actividades, la ardua tarea de iniciar a los niños en el conocimiento de las primeras letras, pero aún antes de eso, los involucra en el mundo de la narración a través de los cuentos que en el salón de clase relata, y es a través de esas narraciones como los niños tienen sus primeros acercamientos al mundo literario. Posteriormente el niño adquiere la capacidad de leer por su cuenta y es ahí donde el docente juega un papel muy importante como mediador entre el niño y la lectura, porque mucho depende de los libros y las lecturas que el maestro proporcione a sus alumnos y del acervo con que éste cuente en su biblioteca en el aula, pero también el tiempo que le dedique a la lectura en el salón, el entusiasmo con que él lea y les contagie ese gusto por la lectura. Muchos son los factores que influyen, pero no cabe duda que esta etapa es crucial para la iniciación a la lectura porque de alguna u otra manera marca una gran diferencia entre el gusto o el rechazo por ella.
Posteriormente en la secundaria el papel de motivador de la lectura se le delega, por lo general, única y exclusivamente al maestro de Español y en el bachillerato a los de Literatura, como si la lectura fuera una actividad exclusiva de estas dos asignaturas y como si no beneficiara la capacidad cognitiva del alumno en todos los niveles. Sin embargo, dejando a un lado la apatía y falta de interés de docentes de otras áreas mejor centrémonos en la del propio profesor de literatura o Español, porque en muchas ocasiones el verdadero problema reside en ellos y no tanto en los alumnos; una posición cómoda o justificadora es decir “los alumnos no leen, son flojos y con la tecnología de hoy en día es mucho más difícil que lean, son un caso perdido”, hasta llegan afirmar algunos profesores, lo anterior es una forma de negar no sólo la capacidad de los alumnos, sino la del mismo profesor para incentivar y motivar al alumno a la lectura. Es verdad que no todos terminarán siendo asiduos lectores, pero si no se hace ni siquiera el intento y se parte de ideas o creencias pesimistas, el resultado por lo tanto, no puede ser otro.
Regresando al papel del profesor de literatura notamos que muy pocos de ellos se preocupan por actualizar sus lecturas, conocer más y adentrarse aun más en el vasto mundo literario, porque las lecturas son infinitas, no se trata de que lo sepa todo, pero tampoco que sólo conozca lo básico y de a leer únicamente lo que él conoce (que por lo general son sólo algunos de los textos clásicos) negando el otro universo de posibilidades que existen. Hoy en día con las Reformas en boga en la educación en todos los niveles, entre otras muchas características, un maestro competente debe “Incorporar nuevos conocimientos y experiencias al acervo con el que cuenta y traducirlos en estrategias de enseñanza y de aprendizaje”. En el área de literatura Rosenblatt afirma que “el docente realmente interesado en ayudar a sus alumnos a desarrollar un sentido vital de la literatura no puede, entonces, manejar fijos los ojos sólo en los materiales literarios que está tratando de ofrecerles” porque la personalidad de los alumnos es diversa, también sus gustos, motivaciones, aspiraciones y horizonte de expectativas; en especial para el lector adolescente, el deseo de comprenderse a sí mismo y de aprender sobre la gente, brinda una importante vía hacia la literatura, afirma Rosenblatt.
Por muchos años la enseñanza de la literatura estuvo limitada únicamente a la memorización de listas interminables de autores y obras representativas, así como de corrientes literarias y demás conceptos que no llevaban a nada más que al aborrecimiento de la disciplina literaria, porque muy pocas veces se tenía el acercamiento con el texto, por ello en las últimas décadas se ha llegado a la conclusión en materia de didáctica de la literatura que “todo el conocimiento que tenga el estudiante sobre historia de la literatura, sobre autores, épocas, periodos y tipos literarios, será una carga inútil si no se lo ha llevado primordialmente a buscar en la literatura una experiencia personal vital”. De ahí los nuevos enfoques basados en la teoría de la Recepción que se han trasladado hasta las sesiones literarias donde se presta mayor importancia al lector y no tanto al acumulamiento de información sobre el texto y el autor, este cambio de paradigma sin embargo, es poco conocido en México, mientras que en España los estudios en torno a didáctica de la literatura tienen un auge y prestigio muy elevado. De ahí que todavía tengamos en las aulas al profesor de literatura que satura a sus alumnos con información y datos sin acercarlos al texto en sí y a la activación del intertexto lector, a decir de Antonio Mendoza Fillola, que debe ser la finalidad de la lectura.
Para lograr esa empatía entre texto-alumno el profesor debe elegir textos adecuados y amenos para cumplir ese objetivo, por lo menos en los inicios, porque comenzar con una lectura de los clásicos, pienso que no sería la mejor opción si lo que se pretende es buscar lectores; seguramente más adelante, una vez enganchado al alumno-lector entonces los textos canónicos entrarán al aula con una mejor facilidad, pues muchas veces, como afirma Teresa Colomer, los profesores “culpabilizados y perplejos, coinciden en identificar la nueva situación (de la lectura) con una especia de barbarie en la que sus alumnos, sumergidos en las nuevas formas de cultura, se mantienen indiferentes al mensaje estético de la literatura canónica”.
La posición del docente de literatura a la hora de elegir que texto sí y cuál no, de ninguna manera es una tarea fácil, porque no sólo implica el conocimiento del mismo sobre los textos, sino que “esta necesidad de seleccionar de la literatura en su conjunto aquellas obras a las que se mostrarán más receptivos determinados alumnos, implica un conocimiento no sólo de la literatura sino de los estudiantes” (Rosenblett)
Definitivamente el papel del profesor de literatura no es nada sencillo ni cómodo como muchos piensan, porque se desprestigia y minimiza la labor de éste, incluso en muchas ocasiones, más de las que pensamos, la preparación profesional del profesor de literatura suele tener poca relación con las condiciones reales en el salón de clase, o peor aún, poca relación con el área de las letras; esto sucede por lo general como en el caso de Yucatán donde sólo hasta hace algunos años comenzaron a egresar alumnos de las licenciaturas en literatura o carreras afines, que si bien no necesariamente tienen una preparación pedagógica, sí tienen los conocimientos necesarios de la importancia de la lectura y la apreciación del texto literario. De ahí que tengamos a abogados, médicos, economistas, etc., como docentes de la materia, costumbre que no es del todo disparatada si pensamos que deviene de siglos atrás cuando la mayoría de los escritores o eran abogados o médicos por ser las únicas carreras que se podían cursar y que tampoco significa que sean malos maestros, pero la diferencia la hace, en definitiva la actitud del profesor y su propia motivación.
Para finalizar quisiera enfatizar que el éxito o fracaso del fomento a la lectura no recae en una sola persona, institución, programa, libro o autor, sino que son varios factores los que se involucran y tampoco creo que existen fracasos, simplemente hay ideas o propuestas que funcionan en determinados contextos y en otros no y lo que hay que hacer es buscar otros caminos o vía,s pero el fin que se persigue es el mismo, lo importante es hacer algo por muy ambicioso o pequeño que parezca, para atrapar lectores desde el salón de clases. No se trata tampoco de satanizar o idealizar la figura del docente de literatura, pero sí estar conscientes que tiene que darse el cambio en cuanto a didáctica de la literatura se refiere, las ideas, propuestas, teorías están ahí, hay que acercarse a ellas y llevarlas a las aulas, seguramente los resultados serán alentadores para maestros y alumnos porque la lectura la definió perfectamente Mariana Bernárdez cuando dijo que ha que: “Leer para bailar con el pensamiento, leer para lograr horizonte en el alma, para vivir a tiempo en el tiempo, leer para escribirnos, para no mentir sobre lo que se mira, leer para transparentar el ánima y ser más libres, y siendo libres ser más verdaderos”.

Texto leído: En el marco del día internacional del libro en la librería Educal.

viernes, 29 de enero de 2010

LECTURA

Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.

John Fitzgerald Kennedy

miércoles, 13 de enero de 2010

FOMENTO A LA LECTURA EN EL AULA

La lectura de novelas como parte del programa de la asignatura Literatura II resultó una de las actividades más productivas en este curso. Una de las principales preocupaciones de la didáctica de la literatura actual es que los jóvenes no sólo se acerquen más a la lectura sino también que sean capaces de convertir lo que leen en algo productivo y significativo en su vida cotidiana. Así que este año los alumnos de tercer semestre leyeron diferentes novelas de distintas épocas y géneros mismas que ellos seleccionaron, y como actividad adicional al análisis que realizaron se les pidió elaborar una reseña sobre el libro y diseñar una portada o cartel virtual, aquí algunos de los trabajos más represetativos.
"En la lectura las fronteras etéreas se diluyen" (María Colasanti)









sábado, 9 de enero de 2010

A LOS DIPUTADOS

Con el incremento en los precios de prácticamente todo lo que consumimos y el coraje que muchos seguramente hemos hecho en estos primeros días del año, me acordé de un poema que nos dio a leer un maestro en la Normal muy ad hoc. Creo que Renato Leduc pudo reflejar en un poema titulado “El diputado” todo lo que pensamos de ellos. Lo que a mí me preocupa es la falta de ética de estos señores que creo que no les pasa nunca por la mente cuánta gente gana un salario mínimo, vive en condiciones deplorables mientras ellos se dan la gran vida. En fin, una vez compruebo que la literatura es el mejor medio para expresar lo que pocas veces nos atrevemos a decir.


El diputado

Con la boca reseca, reseca
y el cabello erizado, erizado...
corretea de la ceca a la meca
el presunto señor diputado.
-
Trasudando sufragio-efectivo
caga sangre el señor diputado
al pensar que pudiese algún vivo
comerle el mandado...
-
Ya en la paz del Congreso descansa
triunfador el señor diputado
bien repleto el bolillo y la panza
y en la boca fruncida, un candado.

Renato Leduc