martes, 5 de enero de 2016

Operativo Lectura-Yucatán

Leer es buscar otras realidades para comprender mejor esta realidad.- Fabricio Caivano En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) uno puede encontrar gratas sorpresas, y este año, en el espacio de la Universidad de Coahuila, encontré un pequeño libro titulado “Cuentos policíacos 2015” que llamó mi atención no sólo por el título, sino por ver en la contraportada los logos oficiales de Sedeculta y el Gobierno del Estado, con los de otros Estados como Puebla y Coahuila, bajo el lema “entidades seguras y de lectura”, razón de más para llamar mi atención. Al parecer, fue precisamente en el marco de la FIL 2015, donde se anunció el arranque de este programa para los Estados ya mencionados, aunque preguntando e investigando un poco encontré que desde agosto pasado, se difundió en algunos medios digitales que, el titular de la Sedeculta, en la ciudad de Puebla, con la directora del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACP) de esa entidad, anunciaron que Yucatán se sumaba al “Operativo lectura”, que tiene como uno de sus objetivos fortalecer la imagen de los policías, a través del reparto de ejemplares de clásicos literarios. Esto se tradujo en la edición de un pequeño libro titulado “Cuentos policíacos 2015” que incluye el cuento “El robo del elefante blanco”, de Mark Twain; “La carta robada”, de Edgar Allan Poe, y “El maestro del misterio”, de Jack London. La idea original de “Operativo lectura” parte de la experiencia precisamente de Puebla, que ya lo ha desarrollado y pretende que sean los policías quienes repartan en retenes y calles estos libros (cuyo tiraje por cierto fue de 51,700 ejemplares), con el fin de que la ciudadanía valore el papel de los agentes; también se menciona que con esta iniciativa “se contribuirá a formar lectores y disminuir los problemas que aquejan a la sociedad, como la delincuencia”. De cualquier forma, no se aclara muy bien cómo se lograría esto, pero lo cierto es que finaliza el 2015 y no se implementó aún en nuestro Estado. Lo cierto es que también hay algunas otras iniciativas que serían dignas de imitar, como por ejemplo una Sala de Lectura itinerante donde los policías acuden a las escuelas primarias a leerles a los niños, u otros casos similares, pero donde se fomenta la lectura con los policías. Un caso ejemplar, vale la pena mencionarlo, es el programa Literatura siempre alerta, que se desarrolla en el municipio de Nezahualcóyotl, el cual, en palabras de Alejandro Navarro Arredondo, investigador del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública, “dentro de la estrategia global de profesionalización para reducir el alto índice de criminalidad del municipio de Nezahualcóyotl, los elementos de seguridad pública, además de prepararse para el uso de armas de fuego y habilidades físicas para combatir la delincuencia, tienen una capacitación literaria que forma parte de un esquema de resolución de conflictos”, sin duda, ésta es una estrategia que también sería importante implementar en nuestro Estado.
La intención de Operativo Lectura parece ser buena, al menos en Puebla, donde se ha efectuado se aprecia algo de su accionar, sin embargo, no existe mucha información al respecto; salvo contadas notas y un pequeño video promocional de la IMACP que muestra cómo los policías en las calles “detienen” a los ciudadanos para ofrecerles y obsequiarles el libro “Cuentos policíacos 2015”, acción que de por sí a simple vista resulta interesante y loable. Valdría la pena preguntarse cuál es la verdadera finalidad del “operativo”, ya que por un lado se habla de promover el hábito de la lectura de una manera innovadora y que la lectura sea un placer accesible para todos y, por otro lado, se habla de crear una imagen positiva de los servidores públicos y oficiales de seguridad pública, así como dar un matiz nuevo a la perspectiva que usualmente tienen los ciudadanos respecto a los agentes del orden público. Ambas intenciones, ya sea fomentar la lectura o propiciar una visión más empática de la ciudadanía hacia los policías, me parecen ambiciosas, pero atinadas y necesarias. Sumar a los agentes policíacos al trabajo del promotor o mediador de lectura puede resultar interesante y propositivo, es probable que juntos puedan contribuir a erigir una mejor sociedad, armónica y segura, pero sin duda, pienso que es necesario para implementar el Operativo Lectura crear un vínculo entre el agente de seguridad y el mediador de lectura, para que exista una plena conciencia del valor de las actividades que cada uno realiza, es decir, el policía conocerá más a fondo el trabajo de un promotor de lectura y su repercusión en la sociedad, así como la importancia de la lectura y, por el otro lado, éste conocerá más a fondo el trabajo, sobre todo el sentir de los policías que, dicho sea de paso, muchas veces estigmatizamos sin conocer sus precarias condiciones laborales como jornadas extensas, salarios mínimos, pocas prestaciones, etc. Creo, por lo anterior, que la iniciativa es acertada, pero su implementación deberá contemplar a ambos grupos, porque en conjunto podrán hacer de este operativo algo funcional y significativo y no sólo parte de una “buena” iniciativa que se queda en el discurso de las palabras expresadas en unas cuantas páginas y no llega a quienes está dirigido: los ciudadanos. Y aunque en Yucatán finaliza el año y no sabemos cómo se implementará, ya que no ha iniciado su ejecución (en Coahuila dará inicio en enero), confiemos en que son claras las palabras del Gobernador de nuestro Estado, en las páginas dedicadas a la presentación del pequeño libro, cuando dice “Para el Gobierno del Estado de Yucatán, el servicio a la sociedad es primordial de la función pública […] Ponemos en marcha Operativo Lectura-Yucatán confiando en su éxito”. Esperemos entonces que pronto en las calles de nuestra “blanca” Mérida, pero también en los municipios y comisarías de todo el Estado, se implemente “Operativo lectura” y sea el 2016 un espacio para reconocer la labor de dos sectores importantes y olvidados de nuestra sociedad: los promotores de lectura y los agentes de seguridad, que día a día desde sus espacios aportan de manera anónima y sin el reconocimiento y respeto que deberían tener por parte de las autoridades y las instituciones correspondientes, y que sólo salen a la luz pública en contadas ocasiones, cuando es importante resaltar sus logros o sus acciones positivas, para mostrar públicamente que orgullosamente son parte de ésta o aquella institución, para después pasar nuevamente al olvido de quienes en su momento los presumen como trofeos propios. Publicado en el periódico Por Esto! Mérida, Yucatán a miércoles 30 de diciembre de 2015.

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